Cuando hablamos de resiliencia, estamos hablando del sentido de vida porque la vida en sí misma es un desafío.
Pero los desafíos, las circunstancias adversas son esa escuela donde en el ejercicio de caernos y levantarnos aprendemos a superar la adversidad hasta alcanzar el crecimiento y el bienestar.
El sentido de vida se refiere a la percepción de significado y propósito de vida y la resiliencia se refiere a la capacidad de recuperarnos de las experiencias desafiantes por eso desde la psicología humanista sí afirma que la resiliencia y el sentido de vida están conectados claramente entrelazados.
Maslow en su teoría de la jerarquía de las necesidades están refiriéndose a la autorrealización que toda persona buscamos y al crecimiento personal, y para alcanzar estos estados de bienestar necesitamos desarrollar resiliencia.
Boris Cyrulnik, psiquiatra, psicoanalista que ha profundizado en el tema de la resiliencia a partir de sus propias vivencias y traumas llega a decir que la resiliencia “es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motor para fortalecerse y salir fortalecido de ellas. Una persona resiliente comprende que es el arquitecto de su propia alegría y de su propio destino” .
Una persona que posee un fuerte sentido de vida probablemente va a desarrollar una mayor capacidad de resiliencia.
Cuando tengo claro mi sentido de vida, se expande mi visión y mi forma de entre sacar el aprendizaje que ha venido a mí a través del dolor porque la adversidad puede llevar a una persona a una aprecio mayor de la vida, son las personas.
Cuando hemos pasado por experiencias incluso traumáticas le digo siempre a mis pacientes que ante el dolor, siempre hay opciones:
- La opción de levantarse,
- La opción de justificarse en ese dolor para no avanzar,
- La opción de transformar el dolor en armonía,
- La opción de reencontrarnos con nuestra fuerza más íntima,
- La opción de solo lamentarnos o victimizarnos, y estoy segura que hay todavía más opciones.
El asunto es que cuando pasamos por el dolor, ¿qué hacemos con ese dolor?, ¿cómo trascendemos lo que nos afecta?
Lo que nos desafía y tenemos la humildad y la sabiduría de preguntarnos: ¿qué necesito aprender?
Las personas no somos resilientes por haber pasado o pasar por el dolor, sólo lo somos cuando somos conscientes de que ese dolor y ante eso dolor, puedo aprender, necesito aprender para fortalecer el significado de vida en mí.
Conocemos en la vida muchos procesos de desarrollo humano que se desenvuelven en las circularidad, la fortaleza emocional y el sentido de vida crean un ciclo de crecimiento y fortalecimiento enorme.
Lo he visto en la terapia individual con mis pacientes, así como lo he visto en los procesos grupales dónde he atendido a cientos de mujeres y a decenas de hombres víctimas de la violencia sexual en la infancia.
Uno de los traumas más fuertes y que hace un quiebre en el interior de la persona.
Viene a mi mente una paciente que me decía en el primer día de la terapia grupal, de un proceso de 20 sesiones: “Yolanda este es mi último chance buscando sanar mis heridas de los abusos sexuales y las violaciones de las que fui objeto, he andado por muchos lugares este es mi último chance”.
Cuando ella habló de esa manera, nos estaba diciendo claramente que ese proceso grupal era la última oportunidad que se daba, que de no sanar ella se quitaría la vida.
Les confieso que como terapeuta sentí temor, ella nos estaba delegando al equipo terapéutico que intervenimos, la responsabilidad total de su recuperación.
En la evaluación que hicimos el equipo al final de esa sesión, algo que hacemos después de cada sesión, le dije a mis colegas ya sin ese miedo:
«Hoy fulanita nos pegó un grito de auxilio y nuestra tarea será apoyarla y dar lo mejor de nosotras mismas a través del modelo de psicoterapia, para que su grito de auxilio tengan respuestas positivas que le fortalezcan para elegir una vida con bienestar».
Mi temor por la vida de ella disminuyó casi totalmente, cuando también dije en esa evaluación:
«Fulanita no se ha muerto, pese a las experiencias tan dolorosas que ha tenido desde muy pequeña, ella ha seguido construyendo su vida entre brincos y saltos, pero ella ya sabe lo que es elegir la vida en vez de la muerte».
Les cuento que en su último día de psicoterapia grupal nos dijo a todas en el grupo:
“Hoy es el día más importante de mi vida, porque después de este proceso de recuperación donde he aprendido a recoger mis partes perdidas y a darle luz a mis fortalezas, mi decisión es vivir y ya no sobrevivir”.
Mi rostro, mi corazón y mi alma sonrieron.
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Te invito a recorrer y experimentar tu camino de transformación personalizado desde un enfoque holístico donde reconocemos que la persona es unidad de emoción, cuerpo, espíritu, mente, por tanto, un ser evolutivo, cambiante que para obtener salud integral necesita la visión completa de su ser.
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Ella pudo volver a conectar con el sentido de vida, cuando se des culpabilizó así misma, cuando pudo reconocer su fuerza, su coraje, su valentía para no morirse. Cuando recuperó el amor propio, empezó a vivir una vida propia.
Sí el dolor que una persona pueda vivir y la forma en que ese dolor ha impactado su vida, se puede transformar en esperanza, en fortaleza, en sentido de vida, o bien, sólo en tragedia.
Muchas personas pasan por el dolor, pasan por los diferentes traumas que existen en la vida, será la interpretación de la percepción de la realidad, junto con su sentido de vida lo que puede salvarle, o llevar a la persona, por su carencia de sentido de vida a la depresión, la ansiedad, e incluso la esquizofrenia.
Por eso cuando hablamos de resiliencia yo no puedo ver la separada del sentido de vida, sino que la veo totalmente entrelazada. Viene a mí la letra de una canción que interpreta a Mercedes Sosa, se llama la cigarra y que dice “gracias doy a la desgracia y a la mano criminal porque me mató tan mal que seguí cantando” .
Me permito agregar algunas aportaciones de las propuestas de Carl Jung cuando enfatizaba sobre la conexión con el yo profundo esa importancia que le daba él a la exploración del inconsciente como una vía para conocer el yo verdadero.
Ciertamente para desarrollar la resiliencia, se necesita conectar con las capas más profundas de la psique donde residen no sólo los desafíos y y traumas sino también, las fortalezas las habilidades, esos recursos internos que vienen a fortalecer la resiliencia.
Jung también hablaba de las sombras, la relevancia que hay en reconocer y trabajar con esas partes que pueden ser menos deseables con esas partes que están reprimidas en la psique y a las que él llamaba e identifica como “sombras”.
Efectivamente, si integro a las sombras a la realidad consciente, a la personalidad consciente si obtiene un mayor equilibrio psicológico y emocional.
Un tercer aspecto es el autoconocimiento y la auto aceptación:
- Resiliencia, no es resistencia, no es una batalla campal interior para ir en contra de lo que sucede en la vida como muchas personas lo creen.
- Resiliencia es aprender en el fluir y no fluir de la vida hasta llegar a la aceptación tanto de mis fortalezas como de mis debilidades.
- Este proceso porque es un proceso, tengámoslo claro que la autoexploración y aceptación favorece el desarrollo de una base psicológica sana, sólida, más robusta para afrontar la adversidad con mayores posibilidades de recuperación.
Y por último jung describe los arquetipos como patrones universales y simbólicos que residen en el inconsciente colectivo.
Y la exploración de esos arquetipos puede proporcionar a las personas un mayor autoconocimiento de sí misma y de los aspectos de la existencia humana que son fundamentales ofreciéndonos esos recursos simbólicos para enfrentar los desafíos.
Quiero que quede muy claro como el desarrollo de la resiliencia implica un proceso de autoexploración, autoaceptación y conexión con las dimensiones más profundas de la psique.
Porque cuando se conoce y se trabajan aquellos aspectos ocultos de la propia mente, integrar las sombras aceptar la naturaleza de manera plena y explorar los arquetipos sin duda alguna va a fortalecer nuestra capacidad para enfrentar y superar los desafíos.
Puedo asegurarles que la recuperación es posible y que para ello, tener un claro sentido de vida, poder reconocer que cada una de las personas en el mundo tenemos un propósito de vida, de aprendizaje y transformación que pasan necesariamente por las dosis de dolor.
El oro tiene quilates mayores, cuando las temperaturas del fuego son más altas.
Te invito a fortalecer tu sentido de vida, al reconectar con tu propósito desde el corazón no sólo desde la mente analítica, adquirirás mayor fortaleza, mayor desarrollo de tus habilidades, bienestar y armonía cuando las temperaturas del fuego sean más altas.
Finalizo con una frase de Carl Jung cuando dice: “lo que se resiste, persiste”.
Sé claramente que hay realidades que duelen tanto, hay heridas traumáticas tan profundas que nuestro psiquismo sobrevive muchas veces por los recuerdos que se reprimen.
Yo le llamo la memoria histórica perdida, y también los trazos de la memoria robada.
Sin embargo hay más libertad, más sanidad, mayor bienestar, más sentido de vida cuando podemos recuperar esas memorias y aceptar que eso tan doloroso, era cierto, ha sido real, ese entonces cuando decido de manera consciente qué hacer ante el dolor y cómo llegar a la ruta de la recuperación.
Te deseo la libertad de la memoria y la fuerza nacida del sentido de tu vida, para que empieces a construir la historia que te mereces, pero que nadie puede elegir por vos.